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FRANZ

El bostezo

El bostezo

Hoy vamos a hablar de ese amigo inseparable que aparece en interminables y tediosas reuniones inútiles, en compañías inútiles o con cosas igualmente inútiles, y también cuando andamos con sueño y/o hambre : El bostezo.

 

Hay quien racionalmente dice que ese movimiento involuntario de la respiración, no es más que la forma de aportar mayor cantidad de aire a los pulmones y compensar así una deficiente oxigenación del cerebro, y que puede tener su origen en la fatiga psíquica o física, en el hambre en la sed, el frío, el calor, el tedio, el suelo…. Todas ellas, causas muy normales y cotidianas del ser humano, y por ello nada sobrenaturales.

 

Pero el ser humano necesita de patrañas que le pongan un poco de emoción al acto más tonto de su existencia. Así, hubo un tiempo en que las gentes se santiguaban cuatro veces en la boca, con un movimiento rápido del pulgar y del índice, formando una cruz, cada vez que sufrían un bostezo, en la creencia de que, mediante este modo, impedían que el demonio penetrase en su cuerpo, aprovechando tal descuido bucal. Ya en una tontería del año 1546 “, “De rerum inventoribus” , y en tiempos de poca broma con las cosas de la Iglesia, se dice que “ mortales plagas llegaron bostezando, porque los hombres no usaron la cruz para defenderse de ellas”. De esta práctica medieval todavía hoy puede observarse algún ejemplo en zonas rurales, ya que “por puerta abierta, el diablo se cuela”, dicen algunos versados en estas cosas, refiriéndose a la boca.

 

Y es que, en efecto, desde muy antiguo se ha creído que a través del bostezo se podía “perder el aliento” y exponerse a que el diablo se introdujese por la garganta y acarrear la enfermedad, el dolor, la locura o la muerte. El remedio, en tal circunstancia, era peor que la enfermedad, ya que consistía en practicar un agujero en el cráneo del afectado para expulsar al maligno ser.

 

Los primeros seres humanos que poblaron la tierra, pronto observaron que una de las primeras cosas que hacen los recién nacidos es bostezar. Acto reflejo que fue asociado a la tremenda mortalidad infantil de aquellos tiempos, a falta de otras explicaciones más científicas. Los médicos romanos por ejemplo, recomendaran la atenta vigilancia de los bebés para taparles la boca cuando bostezaran, para evitar la entrada de entes malignos.

 

Con el tiempo se creyó que el acto convulsivo del bostezo resultaba tan contagioso entre los adultos porque Satanás se servía de él para poseer a los seres humanos y apoderarse de sus cuerpos, almas y voluntades. En la Edad Media se decía  que, en una reunión de varias personas, el primer bostezo lo estimulaba el demonio, con el fin de poder elegir, para poseerlos, entre todos los que realizasen por imitación el acto reflejo.

 

Se dice que cuando dos personas  bostezan al mismo tiempo existe entre ellas una grana afinidad; en España se cree que es señal de que serán compadres, y hacerlo una a continuación de la otra indica que la segunda demuestra con ello buenos sentimientos respecto a la primera.

 

Dado que el bostezo, en ocasiones, es contagioso, a veces se ha  acusado al primero que lo deja escapar de poner en peligro la vida de los que lo acompañan.

 

El bostezo es la base de un método adivinatorio practicado por los árabes y denominado “casmimancia”.

 

Dejo para mejor ocasión toda una historia sobre el acceso bucal, desde el punto de vista simbólico, unión de dos mundos, el exterior y el interior del ser humano, y especialmente curioso en la tradición del antiguo Egipto.



Yo, fiel a la tradición popular no patrañera, sigo creyendo en aquello de que el bostezo se debe a “sueño, hambre o aburrimiento grande”

 

 

Referencia: ¡Suerte!- Ramos Perera

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