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FRANZ

Cenicienta vista con otros ojos

Cenicienta vista con otros ojos

La historia de la Cenicienta se considera el cuento de hadas más popular del mundo . El cuento, tal como se les narra hoy a los niños, que la pobre fregona logra asistir a un baile suntuoso gracias a la benevolencia de una hada madrina, se debe enteramente a Charles Perrault. De no haber sido por su hábil narración, es posible que el mundo occidental conociera tan sólo las peripecias de “Rashin Coatie», la hija hermosa pero pobre de una popular versión escocesa.

 

Según este cuento, las tres feísimas hermanastras de la muchacha obligan a ésta a vestir harapos. En vez de una hada madrina que satisfaga sus deseos, Rashin Coatie tiene un carnero mágico, al que su maligna madrastra mata y asa vengativamente. Transida por el dolor, Rashin Coatie, que anhela asistir a un baile, formula el deseo de un vestido nuevo ante los huesos del carnero. Ataviada con “«el más lujoso” de los vestidos, cautiva a un príncipe y, al volver apresuradamente a casa, pierde una preciosa zapatilla de raso.Puesto que el príncipe quiere casarse con la muchacha que demuestre ser la propietaria de la zapatilla, la madrastra corta los dedos de los pies de su hija mayor, y como el pie todavía es demasiado grande, le rebana el talón. El príncipe acepta a la hija fea y secretamente mutilada, pero más tarde un pájaro le revela que el pie que oculta el zapato no está entero... y que Rashin Coatie es la bella muchacha a la que él anda buscando. El príncipe se casa con ella y “siempre más vivieron felices”.

 

En numerosas versiones europeas antiguas del cuento, el pie de la hija más fea es mutilado para que pueda introducirse en una zapatilla de raso, cuero o piel, y algún tipo de pájaro advierte del engaño al príncipe. En el cuento francés, que Perrault oyó contar en su infancia, debido al parecer a una mala traducción del francés, el zapato pasa a ser de cristal (verre) en lugar de piel (vaire) o piel jaspeada (vair) como era originalmente. Pero el genio de Perrault percibió los méritos de una zapatilla de cristal cuyas dimensiones no pudieran alterarse y que fuera transparente. Su captación de lo llamativo que resultaba el cristal resalta en su elección del título: “La Cenicienta o la zapatilla de cristal”. Para los hermanos Grimm, los zapatos eran de seda ornamentados con plata

 

En Europa, el cuento más antiguo basado en la Cenicienta se atribuye a Giambattista Basile, y se incluyó en el “Peníamerone” con el título de “La gata del hogar”. Un napolitano trotamundos, poeta, soldado, cortesano y administrador, Basile, escribió cincuenta cuentos que supuestamente le fueron relatados por mujeres de Nápoles. Su Cenicienta, llamada Zezolla, es víctima de malos tratos desde su infancia.

 

El cuento de Basile comienza con la infeliz Zezolla planeando el asesinato de su malvada madrastra. Finalmente, le rompe el cuello. Por desgracia, su padre se casa entonces con una mujer todavía más odiosa, con seis hijas a cual peor, que obligan a Zezolla a trabajar todo el día ante los fogones de la cocina.

 

Deseando asistir a una fiesta de gala, Zezolla explica su anhelo ante un árbol mágico, una palmera, y en el acto se ve ataviada con sus ropas lujosas, cabalgando un caballo blanco y asistida de doce pajes. El rey queda embelesado ante su belleza, pero a medianoche el único recuerdo que le queda de ella es una zapatilla vacía... que no corresponde a ningún ser mortal excepto, claro está, Zezolla.

 

Aunque la versión italiana presenta notables semejanzas con la de Charles Perrault, los historiadores creen que éste no conocía los cuentos de hadas publicados por Giambattista Basile, y que sólo estaba familiarizado con la versión oral francesa.

 

Entonces, ¿quién escribió la primera Cenicienta?

 

La más antigua versión fechada de este cuento aparece en un libro chino escrito entre los años 850 y 860 d.C. En ella, Yeh-hsien es maltratada por una madrastra de mal genio, que la viste con harapos y la obliga a sacar agua de pozos de peligrosa profundidad.

 

La Cenicienta china guarda un pez mágico de tres metros de longitud en un estanque junto a su casa, pero, disfrazada con las prendas harapientas de su hija, la madrastra engaña, captura y mata al pez. Cenicienta, que anhela tener ropas lujosas para asistir a una fiesta, formula este deseo ante las espinas del pez y, de pronto, se encuentra magníficamente ataviada con plumas y oro.

 

En la fiesta china no hay príncipe ni rey, pero al abandonarla precipitadamente, Cenicienta pierde una zapatilla de oro, “ligera como el plumón y que no hacía ningún ruido, ni siquiera al pisar las losas de piedra”. Finalmente, la zapatilla cae en manos del mercader más rico de la provincia, y una laboriosa búsqueda le lleva hasta Cenicienta, en cuyo pie encaja la zapatilla y que, al ponérsela, se torna tan bella “como un ser celestial”. El comerciante se casa con ella mientras un alud de piedras entierra a la perversa madrastra y a su feísima hija.

 

Este cuento chino del siglo IX fue registrado por Taun Cheng-shih, uno de los primeros recopiladores de folklore en la historia. Taun escribió que lo había oído por primera vez de labios de una sirvienta que llevaba largos años con la familia. Nada más se sabe de los orígenes de este cuento, que tantas semejanzas guarda con las posteriores versiones occidentales. Hasta la fecha, se han recopilado setecientos cuentos diferentes sobre el tema de la Cenicienta.

 

Referencia: "Las cosas nuestras de cada día" - Charles Panati- Círculo de Lectores S.A.-1988-/ "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" - Bruno Bettelheim-Editorial Crítica S.L.-1977

2 comentarios

http://batiburrillo.blogia.com -

Ingeniosos y divertidos tus finales para Cenicienta. Y me han gustado tanto ( no soy persona de fácil halago), que citándote como autora, los colgaré en uno de mis blogs. Besos, María.

maría -

La curiosidad mató al gato y dejará sin dormir a María si no lee el cuento chino de Cenicienta.
Gracias por ilustrarme sobre las coincidencias y las disidencias entre los cuentos de uno y otro lugar. Dan que pensar.
Ahí van esos finales que te comenté en la gélida noche de Reyes.
Un fin de semana de principios de otoño, reunidos en Can Bordoi, perpetramos toda clase de juegos literarios y estrechamos lazos.
De allí salieron finales alternativos a los cuentos clásicos. Porque ya va siendo hora de darle un vapuleo a las viejas historias...

1 Al oir las campanadas, Cenicienta saltó los peldaños de dos en dos con tan mala fortuna que se torció un tobillo.
-No se mueva, linda- le susurró el enfermero del S.P.U. (Servicio de Urgencias Palaciego).
Se miraron y allí empezó su historia con el argentino.

2 En brazos de Príncipe, C. bailó el primer y último vals de su vida. Comprendiendo que aquel balanceo burgués no estaba hecho para ella, rasgó el tul de su vestido y se lanzó a un sugerente contoneo.
El Rey de las Vegas se la llevó a su espectáculo.

3 -¡Por fin!- exclamó el exhausto lacayo al introducir el pie de C. en el zapato.
-De qué vas, moreno. Ya me estás sacando otro par en rojo y con el tacón más fino.

4 Al entrar en el salón de palacio C. sintió su sangre proletaria hirviéndole en las venas.
-¡Abajo la monarquía!- gritó.
Los criados degollaron a la familia real y C. se fugó con el jefe de cocina.

5 Las hermanastras, rabiando de celos por éxito de C., hicieron correr un horrible rumor por el salón de baile: la chica del vestido azul diseño Disney, tenía herpes genital.

6 -Lo siento Príncipe,-respondió C- no estoy madura para una relación de pareja.

7 El hada contempló los harapos de su ahijada y se fue por donde había venido.
-Bueno, yo soy un hada cariño, no la virgen de Lourdes.

8 -En mal día me probé el zapato, dijo C.

9 -¡Las lentejas las va a recoger tu padre, madrastra de mierda! - respondió C.
Y arráncándole el traje huyó a palacio y sedujo al príncipe con su mirada de fuego.

10 C. esperó en vano las campanadas. Su vestido se desintegró mientras el reloj digital, recientemente instalado, emitía pitidos inaudibles ahogados por la música del nuevo DJ.