Idiotas, imbéciles y otras definiciones
Para definir con propiedad a algun@os sujet@s ,ahí va una aclaración sobre la denominación que se le ha dado a las personas con discapacidad a lo largo de la historia, así como su tratamiento.
En algunas sociedades antiguas, era normal el infanticidio cuando se observaban anormalidades en los niños y niñas; un ejemplo está en el pueblo de Esparta que, por su carácter ofensivo, no permitía miembros no válidos.
Tras la aparición de la iglesia cristiana, se condena el infanticidio pero se alienta a atribuirles el origen de cualquier suceso sobrenatural y se les denominan endemoniados o endemoniadas, personas poseídas por el demonio y otros espíritus infernales, sometiéndoles a prácticas exorcistas (y a otras mucho más expeditivas, como la hoguera, añado).
Durante los siglos XVII y XVIII, a quien tenía una discapacidad psíquica se le consideraba persona trastornada, que debía ser internada en orfanatos, manicomios, sin recibir ningún tipo de atención específica. Se les denominaba imbéciles, amentes, débiles mentales, diferentes, locos o locas.
A finales del siglo XVIII y principios del XIX, se inicia la institucionalización, de modo específico, de quienes tienen una discapacidad psíquica. Esto se debió a la idea de que había que proteger a las personas normales de la no-normal. La persona con discapacidad es separada, segregada, discriminada. Aparece la terminología niños y niñas idiotas en el entorno de quienes investigan la materia y, posteriormente desde el ámbito médico, oligofrénicos u oligofrénicas.
Esta situación se alarga hasta comienzos del siglo XX por ser considerados como seres perturbados y perturbadores, antisociales y obsesos sexuales.
A lo largo del siglo XX, las personas con discapacidad todavía son rechazadas. Es conocido que, en la época de la socialdemocracia nazi, fueron otras de las víctimas del holocausto. En Suecia, hasta mediados de los años 70, se esterilizaba a las personas con discapacidad, incluso, sin su consentimiento.
Con la aparición de las escalas de inteligencia se comienza a hablar de torpes y retrasados o retrasadas. Según se avanza en el tiempo, hablamos de deficiencia mental, minusvalías, handicapado, discapacidad psíquica, y, finalmente, se habla de retardo mental, aunque otras corrientes y estudios prefieren utilizar términos como discapacidad intelectual.
También están los borderline, como por ejemplo una de nuestras queridísimas Infantas, dicen gentes malvadas; pero ese es un asuntillo que antes muerto que tocarlo.
Y para terminar un par de curiosidades sobre el idiota y el imbécil:
Idiota
En su origen la palabra idiota no tuvo el significado de menosprecio que tiene ahora. En la Grecia, “idiota” era el hombre que vivía retirado, en oposición a quien llevaba una vida pública o se dedicaba a la política (igualito que algunos hoy en día). Clásica
Como a menudo quien vive apartado de los demás, se vuelve huraño, raro e ignorante, cuando la palabra idiota pasó del griego al latín, ya tomó el matiz peyorativo actual.
Durante la Edad, idiota servía para designar al monje que no sabía latín; llamando ladino al que hablaba latín o latino. Media
Imbécil
Imbécil, por su origen, no es ningún insulto. El imbécil era la persona que no tenía apoyo o influencia; la persona débil frente a la fuerte o poderosa que contaba con buenos apoyos e influencias.
El báculo era el bastón o signo de poder, de apoyo. El obispo tiene el báculo; el alcalde lleva la vara de mando. Pues bien, en latín, al que no tenía báculo lo llamaban “imbecilis”, o sea, sin baston, que significa sin apoyo, sin valedor que lo defendiera.
Después imbécil, significaría débil de mente.
Referencia: “Inventario general de insultos” –Pancracio Celdrán—Ediciones del Prado-1995
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