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FRANZ

El compositor travestí

El compositor travestí

Richard Wagner (1813-1883) , compositor/director de orquesta/poeta , ese  gran compositor de óperas épicas tan del gusto de los nazis, era además un tipo de costumbres curiosas: 


Su vida es ya un continuo ir y venir, generalmente acosado por los acreedores o por su ideología política,  ideología política que junto a la religiosa es otra curiosidad que no voy a explicar aquí, que para algo están los libros.


Me limitaré a escribir algo sobre Wagner, pero no sobre su relación  con el número 13 ( el que crea en estas cosas, yo más bien poco o nada,  tienen  el asunto explicado a mansalva por ejemplo en Internet), sino sobre otros asuntos más curiosos, como por ejemplo su relación con los judíos y su afición por los vestidos de señora.

 

El bueno de Wagner, ya  en su ensayo de 1850 "El judaismo en la música", deplora la  judaización del arte moderno y sostiene la tesis según la cual “el judío” es realmente incapaz de expresarse artísticamente no por su apariencia exterior ni por su lengua, pero por lo menos sí por su canto, no obstante “aquél” llegue en la música al dominio del gusto público.

 

Semejante pensamiento explica el que cuando dirigía obras del compositor judío Félix Mendelssohn, se ponía guantes, que tiraba al terminar, porque según afirmó repetidamente, le asqueaba “dirigir música compuesta por un judío”

 

Otra de las particularidades de Wagner es su afición por los vestidos de señora, o al menos un interés rayano en el fetichismo por tales prendas.

 

Dejando de lado anécdotas como la de que en cierta ocasión  Wagner se presentó vestido con una chaqueta de mujer, o que en una de sus múltiple huidas en 1984 lo hizo vestido con ropas de mujer, o que por un problema de erisipela, vistiera ropa interior de de seda y satén, es más curioso que Wagner encargara a su modisto ’un traje de satén negro que pueda llevarse tanto en la calle, con o sin ’cazavoika’, como en casa a modo de combinación’, que  Wagner define como una ’polonesa’ o vestido de mujer consistente en un corpiño ajustado y una falda abierta desde la cintura de forma que deje ver unas enaguas con muchos adornos, y que no era para su esposa sino para él, u otros encargos similares del compositor a su modista.

 

También es curioso que Wagner como ayuda a su inspiración para su última ópera "Parsifal" que exigía aparentemente un determinado ambiente erótico, se rodeara de cojines hechos de satén rosa y debidamente perfumados.

 

Como broche final, Joachim Koeschler, autor de "Richard Wagner: el último de los titanes", define a Wagner como "un compositor travestí que necesitaba de una aura de feminidad para estimular los sentidos”.

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