LA ÚLTIMA CENA
Fernando VI y Bárbara de Braganza, fueron reyes de España de 1746 a 1759. Ella murió de cáncer, y él, afectado por la tontera borbónica, acabó loco de atar antes de morir. Afortunadamente la administración del Estado estuvo lejos de sus manos y a pesar de ellos, bajo la dirección del Marués de la Ensenada, tuvo España durante ese breve reinado, una época de prosperidad desconocida, celebrándose festejos fastuosos, entre los que destacaba el de Jueves Santo.
Pues bien, el día de Jueves Santo, una de las ceremonias cristianas por excelencia que ambos reyes efectuaban, era el de lavar los pies a veintidós pobres, a razón de nueve pobres masculinos el rey y nueve mujeres la reina.
El caso es que los pobres, antes del real lavad0, eran reconocidos médicamente, y, los que pasaban la prueba, lavados escrupulosamente y vestidos con ropa limpia, para finalmente tras una larguísima espera establecida en el protocolo real, ver como sus limpísimos pies eran lavados por sus majestades.
Como premio a su participación a la real pantomima, lo pobres eran recompensados con una opípara comida (con nada de carne dadas las fechas), que consistía nada menos que en el siguiente menú: espinacas, arroz, salmón fresco y empanado, congrio, pajeles, merluza, besugo, escabeche de lenguado, merluza empanada, rosada, ostras y, de postre, melón, limones, orejones, higos, almendras, pasas, naranjas chinas, peras, limas, granadas. Y para regar la comilona ocho litros de vino por comensal.
Referencia: “Historia de la cocina occidental” – Carlos Azcoytia Luque
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