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FRANZ

ELCAFÉ Y SUS HISTORIAS ( y III )

ELCAFÉ Y SUS HISTORIAS ( y III )

En 1900 la firma Hermanos Hill comienza a envasar al vacío café tostado. Este hecho precipita el fin de múltiples tostadoras locales. El primer café soluble instantáneo data de 1901 y su inventor es el químico americano de origen japonés Satori Kato. En 1903 el importador alemán Ludwig Roselius ofrece un lote de granos de café a unos investigadores que perfeccionan el proceso de extracción de la cafeína sin destruir el sabor. El café así preparado se introduce en Estados Unidos bajo la marca Sanka. El químico inglés George Constant Washington perfeccionó el proceso y creo otro procedimiento más eficaz.

Durante la década de los 20, debido a la prohibición de las bebidas alcohólicas, el consumo de café se disparó en los Estados Unidos. Aunque en 1940 la prohibición había sido levantada, ese año los Estados Unidos importaron el 70% de toda la producción mundial. Durante la II Guerra Mundial, los soldados norteamericanos recibían café en sus raciones de campaña. En 1938 la firma Nestlé desarrolla su producto Nescafé y lo introduce en Suiza. En 1946 el italiano Achilles Gaggia perfecciona su máquina para producir café expreso. La palabra capuchino proviene de la semejanza entre el color de este café y el color de los hábitos de los monjes de esa orden.

¿Por qué ha persistido la costumbre de beber café, a pesar de las persecuciones? La respuesta inmediata es la supuesta capacidad adictiva de la cafeína pero Mark Pendergast nos da una respuesta de mayor envergadura: “El café es un estimulante intelectual, una manera agradable de sentir que la energía aumenta sin causar efectos negativos evidentes. Las cafeterías permiten a la gente reunirse y conversar, distraerse, hacer negocios, alcanzar acuerdos, componer poesía o mostrarse irreverente en igual medida.”

El ser humano siempre ha tenido una relación muy particular con las plantas que alteran o modifican de alguna manera la vigilia (considerada como un estado de la conciencia de entre una gran variedad), y el café no es la excepción. Desde su implantación en todo el mundo, al aromático brebaje le han surgido creencias y supersticiones, prohibiciones y calumnias. Por ejemplo, en la Rusia del siglo XIX, su consumo estaba castigado con penas de tortura y mutilación, como cortarle la nariz y las orejas, al infractor.

La cafeína es la sustancia responsable de la particular atracción primigenia que ha sentido el ser humano hacia el aromático (antes del actual énfasis en el sabor, la calidad, etc.) y ésta, la cafeína, es psicoactiva; es decir, tiene un efecto de alteración en la conciencia de quien la consume claro y discernible. Y por ello en ocasiones se la ha considerado como droga.

Ha habido famosos forofos del café, que considerando que era bebida de desayuno, comida , sobremesa o de cualquier hora del día, lo con Balzac se calcula sumieron e ingentes cantidades. Napoleón se bebía más de veinte tazas de café ligero al día, Enmanuel Kant otras tantas, Honorato de Balzac, se calcula que bebía setenta tazas al día durante la creación de “La comedia humana”, totalizando más de cincuenta mil tazas de café fuerte, y Voltaire atribuía su longevidad a haber tomado siempre café a pesar de que sus médicos afirmaban que era tóxico. Talleyrand es autor de una frase inmortal sobre el café: Negro como demonio y caliente como el infierno, puro como un ángel y dulce como el amor. Otros entusiastas históricos fueron: Diderot y Rousseau, Montesquieu, Bismark, Ramón y Cajal, Nietzche, Dostoiewsky,…, y por su parte, Bach, que escribió la Cantata del Café BWV 211 (1735), o Beethoven , que se preparaba tazas de 60 gramos para mejor iluminarse. Goethe regaló unos granos de café al químico Runge, que acabo de un tiempo descubrió y aisló la cafeína.  

Y ahora, como siempre, algo práctico. A lo largo de la historia se han debatido mucho las virtudes del café, para unos el más eficaz de los venenos, una letal ponzoña, para otros una maravilla, pero la medicina y la ciencia han acabado con las duras e inútiles polémicas. El café ni es una panacea ni es una medicina, pero sí un líquido estimulante, tónico y energético que conviene al organismo en la mayoría de los casos y que está contraindicado en otros. Como escribió el Dr. Marañón, “  No hay bueno de lo que se pueda abusar”.


Bebido con moderación favorece la digestión, estimula al sistema nervioso, ayuda en los procesos de memorización y disminuye la sensación de fatiga. Su acción también se hace sentir a nivel del corazón con taquicardia, ligera vasodilatación periférica y actividad diurética modesta. Los resultados de once estudios publicados entre 1987 y 1997 indican que no exste relación científica entre el café y el infarto de miocardio, y tampoco con el cáncer.


Reduce
el riesgo de contraer Parkinson, Alzheimer y la diabetes tipo 2, sirve para controlar el peso, mejorar la resistencia atlética , aumentar nuestra percepción, mitigar el dolor y actúa como estimulante sexual . Asemás consumir entre 65 y 120 miligramos disminuye los malestares de la migraña; elimina el ataque si se toma al principio del dolor de cabeza;  debido a sus propiedades antioxidantes, detiene el deterioro de las células del organismo y el proceso de envejecimiento, es un auxiliar en la solución del problema del estreñimiento porque posee características diuréticas,y es una excelente fuente de potasio, magnesio y fluoruro.


Pero siempre sin abusar, sin olvidar que cada individuo, e función de su edad, hábitos y de sus estado de salud, reacciona de forma diferente a la cafeína, que es un alacaloide estraído del café y de otras bebidas como el té, mate, etc…,e incluso existe en muchas de las colas comercializadas. Una taza de café de 150 ml en infusión contiene de 100 a 500 mg. de cafeína, el instantáneo de 40 a 110 mg y el descafeinado apenas de 1 a 10 mg., una lata de cola (330 ml) puede llevar de 30 a 60 mg., y una taza de té de 10 a 50 mg. No conviene pasar de cuatro tazas de café diarias, y mejor tres.


Muchos estudios han demostrado que la cafeína incrementa la pérdida de calcio, un posible factor de riesgo de padecer osteosporosis, puede potenciar la acción de los analgésicos y dejar sin efecto los antiácidos. Parece ser que los grandes bebedores de café producen más adrenalina y noradrenalina (hormona relacionada con el estrés) y tienen la tensión arterial más elevada  los días que ingieren más cantidad de cafeína. Cada taza de café puede aumentar los valores sistólico y diastolico en 0,8 y 0,4 mmHg.  Luego, café sí, pero con prudencia.

 


Y para terminar una cosilla que alegrará el día a muchos lectores:

 


En familias afectadas por la enfermedad de Parkinson, la gente que fuma cigarrillos y bebe grandes cantidades de café es menos propensa a desarrollar la enfermedad, según los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke, una de las instituciones educativas privadas más reconocidas de los Estados Unidos de América y del mundo.



Refererencia: " El libro del amante del café"- Michel Vanier / "Sabores que saben"- Alejandro Arribas Jimeno/ "Enciclopedia del Gourmet"- Jesús Llona Larrauri.

 

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