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FRANZ

EL CAFÉ Y SUS HISTORIAS ( II )

EL CAFÉ Y SUS HISTORIAS ( II )

Así,  la costumbre de tomar café tuvo algo de clandestino. Fue aceptada primero por gentes de toda clase social, curiosas o dadas a la moda, que lo preparaban en sus casas. Seguidamente pasó a la calle y s pudieron abrir las primeras expenderías de café, tanto en grano como e infusión. Para poder vender los primeros cafés hubo que echar mano, tanto en París, Londres, Marsella, La Haya o Ámsterdam, de pregoneros, vendedores ambulantes vestidos a la turca y con turbantes, de impresos explicativos, anuncios e los periódicos…hasta que fue entrando en las costumbres diarias populares.

El café resulta especialmente reprobado en la parte protestante aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha el sistema de prohibir su difusión. Estas medida se mantienen durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania hasta que Federico II de Prusia despenaliza su uso sometiéndolo a un fuerte impuesto. El malestar ante el café prosigue en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.

En Inglaterra, el café se introduce en 1650, y cada cafetería se especializaba en cierta clientela y las mujeres eran excluidas de ellas, como en cantinas y pulquerías de antaño. En un manifiesto llamado Petición de las Mujeres en contra del Café, de 1674 , se acusa al café de “bebida de capones” y se lee: “el uso excesivo de ese moderno , abominable y pagano licor llamado café, que ha convertido a nuestros esposos en eunucos e inutilizado a nuestros mejores galanes [...] No les queda nada húmedo salvo las narices, nada tieso salvo las articulaciones, nada erguido salvo las orejas.”

El 29 de diciembre de 1675, el rey Carlos II de Inglaterra lanza una proclama donde se decreta la supresión de las cafeterías a partir del 10 de enero de 1676. Debido a que en ellas “se conciben y se difunden diversos informes malintencionados y escandalosos para difamación del gobierno de su Majestad, y para la alteración de la paz y la quietud del reino.” Las reacciones fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente el Reino Unido. Se contaban más de dos mil cafeterías en el año 1700. La famosa compañía de seguros Lloyd’s fue en su origen una cafetería fundada en 1688.

Por su parte, el monarca alemán Federico El Grande hace público su disgusto por la popularización del consumo de café, en el edicto en cuestión se puede tener una idea de la indignación real: “Resulta indignante notar el aumento en la cantidad de café consumido por mis súbditos, y la igual cantidad de dinero que, como consecuencia, sale del país. Mi pueblo debe beber cerveza. Su Majestad fue criado con cerveza, lo mismo que sus antepasados.”

La implantación en Viena del café es curiosa por lo original de su historia. En 1.683 el sultán turco Mohamed IV envía a 300.000 hombres, al mando de Kara Mustafá, a sitiar la ciudad, el emperador escapa de milagro del cerco otomano. Un antiguo intérprete del ejército sitiador, Franz George Kolschitzky, de origen polaco, disfrazado con uniforme turco pasa las filas y se reúne con el emperador Leopoldo comunicándole toda la información del enemigo. Gracias es estos informes los turcos fueron derrotados dejando en el campo de batalla un inmenso botín compuesto por 25.000 tiendas de campaña, 10.000 bueyes, 5.000 camellos, gran cantidad de oro y muchos sacos de café. Los austriacos se repartieron el botín excepto el café que no sabían para que servía , reclamándolo  Kolschitzky al que le fue regalado en premio a su heroicidad. Al poco tiempo este hombre abrió el primer establecimiento en Bischofhof y se popularizó tanto que en el año 1.839 existían en Viena ochenta establecimientos y cincuenta más en los suburbios, todo un gran negocio.

En 1689, el siciliano Francesco Procope funda el Café Procope frente a la Comédie Française, lugar donde tiempo después se gestarían las ideas de la Revolución Francesa y a dónde acudirá gente de la talla de Voltaire, Rousseau, Diderot y, cuando se encontraba en la ciudad, Benjamín Franklin. En la Europa Continental las cafeterías eran espacios igualitarios de convivencia para hombres y mujeres.

En España, el café es introducido de la mano de los Borbones y los comerciantes italianos, aproximadamente a mediados del siglo XVIII. Los primeros cafés madrileños eran casas de comidas donde se podía degustar el brebaje

En el siglo XVIII se consideraba tanto al café como al té una droga como consecuencia de los efectos excitantes de ambas infusiones y se pensaba que su uso continuado y tomado a grandes dosis podría acarrear la muerte, entonces el rey Gustavo III de Suecia decidió experimentar con dos personas para saber el efecto nocivo de ambas cosas, a tal efecto  condenó a dos reos que estaban sentenciados a muerte para que se experimentara con ellos, nombró a varios médicos que controlarían el experimento de saber cual de las dos drogas sería más letal en aquella muerte lenta. El rey no pudo ver los resultados ya que murió asesinado de disparos por Anckarströn en 1.792 y tampoco los médicos que murieron antes que los reos, lo condenados al final murieron de viejos.

Continuará...

 

 

Referencias: " El libro del amante del café"- Michel Vanier / "Sabores que saben"- Alejandro Arribas Jimeno/ "Enciclopedia del Gourmet"- Jesús Llona Larrauri. 

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