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FRANZ

UNA PICANTE HISTORIA

UNA PICANTE HISTORIA
La existencia del ajo (Allium Sativum) se conoce desde hace 6.000 años, y su origen parece situarse en Asia central; los sacerdotes babilonios hacían brebajes con ellos para alejar a los malos espíritus. Y desde allí fue introducido en Egipto por medio de tribus nómadas procedentes de Asia menor. En el Antiguo Egipto, en la construcción de las pirámides, se daba ajo diariamente a los obreros para prevenir el tifus y el cólera, y fue el ajo el responsable de la primera huelga conocida de la historia, cuando dejaron de suministrarlo en la dieta de los obreros. También provocó uno de los primeros actos de discriminación de los romanos hacia los hebreos, por el aliento que tenían debido al alto consumo.Desde allí llegó también a la India por medio de las rutas comerciales hacia el este de Asia y posteriormente hacia el oeste con dirección a Europa.

En la antigua Grecia, las mujeres comían ajo para facilitar la práctica de la castidad durante las fiestas en honor de la diosa Ceres, y también para saber si una mujer era estéril o no, colocándole un ajo en la vagina. Si al día siguiente le olía la boca a ajo, la mujer se consideraba fértil; de lo contrario, se creía que sus conductos vitales estaban cerrados.

En tiempos de Horacio se desaprobaba el ajo en los hogares de las clases altas romanas mientras que el pueblo lo consumía en grandes cantidades. Los atletas y los gladiadores lo consumían o se untaban el cuerpo como zumo de ajo , y los legionarios romanos lo plantaban allí donde fueran, lo consumían antes de entrar en combate y lo adoptaron como emblema. También los comerciantes fenicios y navegantes vikingos lo llevaban consigo para fortalecerse en sus viajes y tratar cualquier enfermedad.

Los judíos, que en su estancia en Egipto habían conocido las virtudes del ajo, se lamentan en su travesía por el desierto de su falta. Así en el libro de los Números, capítulo II, versículos 4-5 dice: "y los hijos de Israel lloraron de nuevo y dijo: quién nos dará carne para comer? recordamos el pescado que comíamos de balde en Egipto; los pepinos y los melones y los puerros y las cebollas y los ajos". También en el Talmud se afirma con entusiasmo que "satisface, templa el cuerpo, ilumina el rostro, incrementa el líquido seminal y elimina las lombrices intestinales. Algunos agregan que incita al amor y disipa la enemistad... por el sentimiento de bienestar que engendra". Su olor, penetrante y persistente, constituye su característica mas notable, y por eso, Sakespeare en” Sueño de una noche de verano “desaconseja su uso a los actores que deben, en la obra, dirigir “dulces palabras al público “

Desde la antigüedad, el ajo fue apreciado tanto como alimento por el sabor característico que le da a las comidas, como por sus virtudes medicinales, que provendrían, según algunos expertos, de una substancia, la alicina, que contiene azufre, y que es liberada cuando el ajo es cortado en pedazos o aplastado.
 
En este sentido, las referencias más antiguas las encontramos en el Codex Ebers ( 1550 a C),un papiro egipcio que contiene una decena de formulas terapéuticas. El ajo está propuesto en 20 de estas fórmulas como remedio eficaz el dolor de cabeza, la picadura de insectos y para aliviar dolores musculares.
 
Los resultados reunidos por la medicina egipcia, depurados de fórmulas mágicas y rituales, fueron adquiridos por los griegos.Hipócrates, el más grande médico de la antigüedad, que basó sus teorías en la observación de los hechos, recomendaba utilizar el ajo por sus cualidades medicinales, avalando así la tradición y experiencia popular.
 
Plinino el Viejo - y estamos ahora en Roma del 1 siglo después de Cristo,- en su Historia Naturalis indica varios usos terapéuticos para el ajo, y no es ningún misterio que los legionarios romanos lo usaban habitualmente como antiparasitario y para combatir diversas enfermedades infecciosas. Otra referencia importante la encontramos en el Herbario de Urbiano, un manuscrito del siglo XVI que constituye una preciosa colección de recetas que mezclan medicina popular y conocimientos empíricos sobre las virtudes terapéuticas de las plantas.
 
Pero para obtener un reconocimiento con base científica más cierta, es necesario esperar hasta el siglo XVII. En 1858 Luis Pasteur individualiza y define con certeza la calidad antibiótica del ajo. Luego en los inicios del siglo XX Albert Schweitzer lo utiliza en África como remedio contra la disentería. Sus propiedades sirven para combatir la difteria, tifus, tuberculosis y hasta el cólera, y se reconoce su actividad antibacteriana, antiséptica, mucololítica e hipertensora, además por ser eficaz regulador del sistema cardiovascular

Tambien el ajo tiene su historia mitológica y mágica. La mitología mahometanas, sostiene que cuando Satán triunfante abandona el Jardín del Edén brotaron cebollas de su huella derecha y ajos de la izquierda. Para los egipcios, el bulbo del ajo representaba el cosmos, sus pieles externas las diversas etapas del cielo y el infierno y la disposición de los dientes el sistema solar., y por lo tanto su consumo representaba la unión del hombre y el universo y nutría no solo el cuerpo sino también el espíritu. Para los tibetanos los dioses del cielo tuvieron una lucha y el dios perverso fue muerto por los dioses buenos, cayendo a tierra y rompiéndose en mil pedazos, de cada uno de los cuales brotó un ajo.
 
Sobre las propiedades mágicas del ajo, dan cuenta varios enterramientos de época prefaraónica en donde se encontraron figuras de arcilla pintadas que representan bulbos de ajo colocados allí para ahuyentar a los malos espíritus que pudiesen perturbar el viaje del alma al más allá. Así, en la tumba de Tutankhamón se encontraron seis dientes de ajo. Incluso en la actualidad se celebra en Egipto, al comienzo de la primavera, una fiesta conocida como "aspirar las brisas" durante la cual se consume mucho ajo y además se lleva a las casas donde se machaca en los marcos de las puertas y en los alféizares de las ventanas para combatir el mal.

En España, el ajo igual cura verrugas, que elimina tenia o lombrices, que protege contra picaduras de víbora, o que untado sobre el vientre de las mujeres, favorece los partos y aleja el riesgo de hemorragias . Y no nos olvidemos de una de sus facetas más conocidas ( especialmente en Transilvania) : ahuyentar vampiros.

A pesar de sus bondades, su olor característico, producido por el azufre que contiene, y su sabor y penetrante olor que impregna los lugares y personas cercanos, ha creado dos bandos irreconciliables que se han mantenido a lo largo de la historia: los defensores (aliófilos) y a los detractores (aliófobos).

¿ Quién no recuerda aquel famoso libro “A la salud por el ajo y el limón”? que obligaba a mantenerse a prudente distancia de quien seguía sus recomendaciones?


Referencias: “A fuego lento”- José Luis Arpide / “Enciclopedia de las supersticiones” –Isabel P. Costa y Gregorio Roldán.

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