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FRANZ

CARNES SAGRADAS Y CARNES PROHIBIDAS

CARNES SAGRADAS Y CARNES PROHIBIDAS

¿Quién no se ha preguntado alguna vez porqué, en determinados lugares existen animales sagrados o simplemente cuya carne está prohibido comer, como por ejemplo la vaca para los hindúes o el cerdo para judíos y musulmanes? Y ante la pregunta, las respuestas son bastante más razonables y lógicas que las que el tópico o la religión, siempre críptica  e interpretable, ofrece. 

Parece un contrasentido que los hindúes consideren sagradas a las vacas cebú, pasando hambre cuando tienen tan a mano una fuente directa de proteínas. La explicación está en que  la principal función de la vaca cebú no es dar leche, pues esta especie de vaca da poca, sino engendrar bueyes que sirvan como animales de tiro, fundamentales para arar los campos y transportar las mercancías y por lo tanto para la supervivencia de los campesinos. Las vacas también son útiles por el estiércol que producen, que el campesino aprovecha como combustible, para abonar los campos y como aislante recubriendo el suelo y el techo de sus viviendas.  Evidentemente es más útil una “vaca viva” que una “vaca comida”, y por tanto lo aparentemente “sagrado” no es más que la forma de  mantener un ecosistema útil para la supervivencia de los campesinos.  

Otro animal, cuya comida está prohibida en algunas culturas como la musulmana o la judía, es el cerdo. Dicha prohibición no está relacionada con medidas higiénico sanitarias para el control de la triquinosis o por la suciedad que envuelve al cerdo, sino por razones enormemente prácticas.  

El cerdo, animal que no se puede ordeñar, montar, utilizar de tiro de arado o transportar una carga, por ejemplo, es en cambio un gran productor de carne en comparación con otros animales domésticos como el ganado vacuno, las ovejas, carneros, cabras o gallinas, y así en términos de calorías producidas por caloría de alimento,  los cerdos son tres veces más eficaces que el ganado vacuno, y dos veces más  que las gallinas. Luego si tanta carne producen, ¿porqué la prohibición de su consumo? Las razones hay que buscarlas en la necesidad de agua que el cerdo precisa para regular su temperatura,  y en su tipo de alimentación. 

Originariamente, el cerdo es un animal de los bosques , las orillas de los ríos y de los pantanos. Fisiológicamente está mal adaptado a las altas temperaturas y a la luz solar directa, porque tienen un importante recubrimiento de grasa, no tiene pelo que le sirva de aislante y no puede regular su temperatura corporal sin fuentes externas de humedad: no suda (olvidaros pues, de la falsa expresión “sudar como un cerdo”) .

Así pues, al no disponer del sudor como elemento regulador de temperatura, el cerdo precisa para su supervivencia tener permanentemente húmeda su piel y para ello necesita de grandes cantidades de agua, sumergiéndose en la misma o utilizando una capa protectora de barro en el que se reboza (sólo utiliza tierra mezclada con sus propios orines cuando excepcionalmente el agua escasea). 

Se alimenta a base de tubérculos, raíces, frutos y nueces que han caído al suelo, y a diferencia de otros animales como vacas, carneros, cabras, asnos, caballos,  y al igual que el humano, no pude metabolizar cáscaras, tallos, hojas fibrosas o pasto en general. Es decir, compite con el hombre por el mismo tipo de alimentos. 

Es por ello,  animal absolutamente inadecuado para países de climas calurosos, con escasez de agua y con pocos recursos alimentarios, y quizás la primera especie domesticada que se volvió demasiado “cara” e inviable como fuente de carne. Al igual que sucedía con las vacas, la prohibición del consumo de la carne de cerdo  va más allá de una caprichosa prohibición sagrada, y responde una vez más al mantenimiento del ecosistema más útil para los pobladores de la zona. 

Referencia: “Vacas, cerdos, guerras y brujas” – Marvin Harris 

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