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FRANZ

LOS COLORES ( II ) : VERDE Y AMARILLO

LOS COLORES ( II ) : VERDE Y AMARILLO

Verde

Entre Mahoma y el dólar

 

 

El verde parece un color apagado, sin brillo ni historia...

 

Era un color químicamente inestable. No es muy complicado obtenerlo, porque muchos productos vegetales pueden servir como colorantes verdes. Lo difícil es estabilizarlo. En tinte, esos colorantes aguantan poco en las fibras y los tejidos enseguida adquieren un aspecto descolorido. Lo mismo ocurre con la pintura: las materias vegetales se consumen con la luz. Y las artificiales, aunque dan bonitos tonos intensos y luminosos, son corrosivos. Hasta hace poco, las fotografías en color estaban afectadas por este carácter volátil del verde. En las de la década del ‘60, cuando los colores se pasan, el verde siempre es el primero que desaparece. Sea cual sea la técnica utilizada, el verde es inestable y a veces peligroso. Su simbolismo se ha organizado por entero en torno de esta idea: representa todo lo que se mueve, cambia. Es el color del azar, del juego, del destino, de la suerte, de la fortuna. En los casinos de Venecia, a partir del siglo XVI se echaron las cartas sobre un tapete verde. En todos lados se coloca el dinero, las cartas o las fichas encima del color verde.

 

Que el dólar sea verde, ¿es casual?

 

Nunca es casualidad la elección de un color. Tiempo atrás, el símbolo del dinero era el dorado y el plateado, que la imaginación popular relacionaba con el metal precioso de las monedas. Cuando se fabricaron los primeros billetes de dólar, entre 1792 y 1863, el verde ya estaba asociado a los juegos con dinero y, por extensión, a la banca y a las finanzas. Los impresores no hicieron otra cosa que prolongar el antiguo simbolismo.

 

¿Y ha cobrado nuevos simbolismos?

 

Hoy, nuestra sociedad urbana ávida de clorofila lo ha convertido en símbolo de libertad, de juventud, de salud, algo que habría resultado incomprensible para un europeo de la Antigüedad, de la Edad Media e incluso del Renacimiento. Para ellos, el verde no tenía nada que ver con la naturaleza, que hasta el siglo XVIII se definía sobre todo por cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra. Probablemente fuera el Islam primitivo el primero en asociar verde y naturaleza: en la época de Mahoma, cualquier lugar donde hubiera algo de verdor era sinónimo de oasis, de paraíso. Se dice que al Profeta le gustaba llevar un turbante y un estandarte verdes. Este color se convirtió en emblemático en el mundo musulmán, lo que quizá contribuyó a desvalorizarlo a ojos cristianos en períodos de hostilidad. Hoy, el verde de la vegetación se ha convertido en el de la ecología y la limpieza, en el símbolo de la lucha contra la inmundicia, el más higiénico de los colores contemporáneos junto con el blanco.

 

 

Amarillo

No nos une el amor sino el espanto

 

 

El amarillo parece el color menos apreciado, el que nadie se atreve a lucir demasiado. ¿Ha hecho algo espantoso para merecer tan mala fama?

 

En las culturas no europeas, el amarillo siempre ha tenido una connotación positiva: en China, durante mucho tiempo, estuvo reservado al emperador y sigue ocupando un lugar importante en la vida cotidiana, asociado al poder, la riqueza y la sabiduría. Pero, en Occidente, el amarillo no se aprecia tanto: en el orden de preferencias, suele citarse en último lugar.

 

¿Se sabe de dónde proviene este escaso aprecio?

 

La principal razón de este desamor se debe a la competencia desleal del dorado: con el tiempo, el color dorado absorbió los símbolos positivos del amarillo, todo lo que evoca el sol, el calor, la luz y, por extensión, la vida, la energía, la alegría, la potencia. El amarillo, al quedar sin su parte positiva, se ha convertido en un color apagado, mate, triste, que recuerda al otoño, la decadencia, la enfermedad. Pero, peor aún, se transformó en símbolo de la traición, el engaño, la mentira. Judas se representa con prendas amarillas, y en el siglo XIX a los maridos engañados se los caricaturizaba representándolos con corbata o trajes amarillos. No sabemos por qué, no tenemos explicación ni en los elementos que evoca de modo espontáneo (el sol), ni en la fabricación del color mismo. Es posible que la mala reputación que tiene el azufre, que a veces provoca desórdenes mentales y al que se considera diabólico, haya tenido algo que ver, aunque como explicación es insuficiente.

 

La estrella amarilla se inventó ya a fines de la Edad Media, ¿no?

 

Sí. Hacia mediados del período medieval, se convierte también en el color del ostracismo, que se impone a las personas que se quiere condenar o excluir, como ocurrió con los judíos. Es Judas quien transmite su color simbólico al conjunto de las comunidades judías, primero en las imágenes y luego en la sociedad real. A partir del siglo XIII, los concilios se pronuncian contra el matrimonio entre cristianos y judíos, y piden que estos últimos luzcan una señal distintiva. Al principio es una rueda, o bien una figura como las Tablas de la Ley, o incluso una estrella que evoca a Oriente. Todos esos signos se inscriben en la gama de los amarillos y rojos. Más tarde, al instituir que los judíos lleven la estrella amarilla, los nazis no hicieron sino acudir al abanico de símbolos medievales.

 

¿Y en algún momento en particular se da un cambio de status?

 

La depreciación del amarillo perdurará hasta los impresionistas. Y en los cuadros fauvistas, y luego en los amarillos excesivos del arte abstracto. En las décadas de 1860-80, la paleta de los pintores cambia: pasan de la pintura en estudio a la pintura en el exterior, y hay otro cambio cuando se pasa del arte figurativo al semifigurativo, luego a la pintura abstracta, que utiliza menos matices. Este cambio de status del amarillo se produce a finales del siglo XIX, cuando se producen los grandes cambios en la vida privada y las costumbres. Pero el amarillo hoy no abunda en nuestra vida cotidiana. Lo admitimos en las cocinas y el cuarto de baño, donde está permitido cierto exceso cromático. Pero los coches amarillos, por ejemplo, siguen siendo una rareza.

 

¿Qué particularidad tiene el amarillo hoy?

 

A veces tiene la función de un semirrojo: es la tarjeta amarilla del fútbol. Quizá sea una herencia del odio de los moralistas protestantes hacia los fastos y las joyas. Desde el siglo XX, el color dorado se ha vuelto vulgar. El verdadero rival del amarillo es hoy el anaranjado, que simboliza la alegría, la vitalidad, la vitamina C. Sólo los niños lo apoyan: en sus dibujos suelen representar un sol muy amarillo y las ventanas iluminadas las pintan de amarillo. Pero se apartan de este simbolismo al crecer.

 

continuará…

 

Referencia: Breve historia de los colores-Michel Pastoureau/ Dominique Simonnet - Ediciones Paidós Ibérica S.A.

 

 

 

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