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FRANZ

Cocina antropofágica (1)

Cocina antropofágica (1)

Sostiene el humorista, anarquista,viajero y gastrómo , escritor y articulista Julio Camba ( 1884-1962) que, siguiendo los hallazgos del sabio francés monsieur Varigny, la cocina caníbal sería la dieta más sana y armónica que se pueda adoptar.

Parece ser que Varigny tuvo de huéspedes unas ranas a las que dió cada día una minuta de plato único: ancas de rana.

A pesar de que la carne de rana es inferior en calorías a las demás carnes, las pequeñas bestias alcanzaron un peso no igualado por sus colegas mejor alimentadas.

Comerse a un semejante, pensó el sabio, es absorber una alimentación específica ideal.

Puesto que el hombre toma los alimentos para transformarlos en sustancia humana, ¿qué mejor que ingerir esa sustancia directamente?

Ante estas conclusiones tan claras a favor de la tesis antropófagas, vemos con sorpresa que esta dieta encuentra dos rotundas oposiciones:

Una, la de aquellos que no encuentran apetitosa la carne de sus vecinos, desde el punto de vista gastronómico.

Otra, si cabe más exaltada, la de aquellos que no aceptan de ninguna manera, ser comidos por sus semejantes, ni por ninguna de las otras bestias que comparten su entorno.

Camba encuentra obstáculos de carácter exclusivamente organoléptico, y no ve en una chuleta de misionero más que una carne correosa e insípida. En cuanto a la sesada de sabio piensa que no sabrá a nada de interés.

Un mundo que tolera que nos comamos la moral y los derechos de nuestro prójimo, se opone obstinadamente a que nos comamos al prójimo mismo.

Y ya que tenemos que prescindir de esta despensa tan nutrida y abundante, piénsese en los gordos norteamericanos, ¿por qué no nos comemos a la más inteligente de las otras bestias?

Comiendo carne de perrito casero nos aproximamos a este equilibrio, muchos dicen que son mejores que las personas, librando así a los corderitos de ser degollados en su más tierna infancia.

Nuestro alcalde nos lo agradecería al librarle de uno de sus problemas: mantener limpias las aceras del rosario de paquetitos fecales que adornan nuestra ciudad.


 
 
El divertido Topor

Y acontinuación nos ponemos manos a la obra con unas recetas caníbales de Roland Topor,  artista francés de origen polaco, nacido en 1938 y muerto en 1997, que se dedicó principalmente a escribir y dibujar, pero que también fue actor, realizador de cine y televisión, etc. y que junto con Fernando Arrabal y Alejandro Jodorowski fue fundador del grupo Pánico de teatro de vanguardia.

 

Miope al gratin:

 

El miope se parece al que padece de presbicie, sólo que tiene los ojos más grandes y una raya al medio. Sus anteojos tienen que ser retirados para que pueda ser colocado al gratin. Se prepara como el bacalao.

Niña en servilleta
:

 

Lave y perfume las niñitas, que deben ser más bien finas. Cocínelas como brochette a fuego vivo. Ponga a freír unas rebanadas de pan tostado y coloque una servilleta bajo cada niña. Se sirven las niñas sobre la mesa, envueltas en las servilletas. Es necesario servir una niña por persona.

Hombre a la sal gruesa:

 

Una vez cocido el hombre en una marmita, después de quitarle los lazos que lo retenían, debe ser colocado sobre un plato y rodeado con algunas ramas de perejil o verduras utilizadas en la cocción. Se lo sala a último momento con sal gruesa, que realza su sabor de manera agradable.

Mamá a las rosas blancas
:

 

Bese a mamá en las dos mejillas y luego córtela en dos; échela en agua hirviendo; quítele la cabeza que sonríe bondadosamente –podría arruinarle el apetito–, la columna vertebral y todos los huesos que pueda. Prepare las papas cocidas y cortadas en rodajas que pondrá en una ensaladera. Mézclelas con pequeños cachitos de su mamá, y alíñelo todo con aceite de oliva en el momento de servir. No se olvide de poner unas rosas blancas debajo del plato: protegerán el mantel y además, a su mamá le gustaban tanto…

Bobo adornado:

 

Tome un bobo, desnúdelo, búrlese de él. Dele unas patadas, mátelo, córtelo en trozos de igual grosor y póngalo en una marmita junto con un buen pedazo de manteca, sal, pimienta, especias, ajos y perejil picado. Déjelo asarse bien y añada un chorrito de vino blanco y un poco de caldo. Cuando el bobo empiece a hervir retírelo del fuego y sírvalo bien adornado. Cómaselo discretamente hablando de alguna otra persona.

Campeón sobre el podio:

 

Consérvelo durante veinticuatro horas en la más cruel incertidumbre. Después termine con él lo más rápidamente posible. Hágalo cocer en agua sin sal y sírvalo sobre un puré de trufas.

Enamorados desenamorados:

 

Separe a dos enamorados. Ponga en una olla un trozo de manteca del tamaño de un bebé. Cuando la manteca esté caliente, mate a los enamorados desechos en lágrimas, vacíelos, y, después, póngalos a cocer juntos. Cuando hayan adquirido una bonita palidez, retírelos. Haga un caldo con harina y manteca, sal, pimienta, un ramito de muguete (si es temporada), tomillo y laurel. Vuelva a echar a los enamorados en la olla, con una docena de cebollitas tiernas y, quince minutos antes de servir, añada unos cuantos champiñones. Se pueden agregar unos golpes y unas cuantas heridas.

Referencia: "Seminario sobre Julio Camba"- Ricardo Moya

 

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