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FRANZ

LA CRUZADA DE LOS NIÑOS

LA CRUZADA DE LOS NIÑOS

 

Entre las polémicas Cruzadas, organizadas entre el siglo XI y el XIII,  tan alabadas por unos como aborrecidas por otros, existe una especialmente desconocida: La Cruzada de los niños. Supuestamente organizada en 1212, ha sido y es objeto de polémica entre los historiadores, y,  aunque por algunos ha sido considerada como una simple leyenda, la versión más ampliamente  aceptada sostiene que dispone de elementos históricos, aunque idealizados y magnificados por cronistas posteriores.

Según dichos cronistas, en mayo del año 1212, un adolescente llamado Esteban de Cloyes, se presentó en la corte del rey Felipe con una carta que, según afirmaba, le había sido entregada por Jesucristo en persona, junto con el encargo de predicar una cruzada.

 

El rey, sin prestarle atención lo envió de regreso, pero Esteban, en lugar de  volver a su casa, cayó en un fervoroso delirio y anunció a los cuatro vientos que Dios le había ordenado organizar una cruzada de niños , que por la pureza y bondad de sus integrantes, acabaría con el dominio infiel la ciudad santa de Jerusalén.

 

En menos de un mes las prédicas de Esteban , se dice que consiguió reunir a cerca de 30.000 niños franceses ante la mirada, unas veces atónita, otras burlona, de los adultos, acompañados por algunos religiosos y de otros peregrinos, emprendiendo con él una desastrosa marcha a través de Provenza con rumbo a Marsella, desde donde esperaban que el Señor separara las aguas, tal y como lo había hecho con el pueblo judío en el mar Rojo, para que ellos cruzaran el mediterráneo y llegaran a Tierra Santa sin siquiera mojarse los pies.

 

Al conocerse la noticia, en Alemania, se desencadenó un movimiento semejante, éste al mando de un muchacho llamado Nicolás quien, al igual que Esteban predicaba que el mar se abriría ante ellos. En poco tiempo reunió un ejército de niños, se habla de miles, que marcharon gustosos a derrotar a los infieles. Dicen que el  Papa Inocencio trató de disuadirlos, sin resultado, cuando un pequeño grupo llegó a Roma.

 

Escribe J. Lehmann en su obra Las cruzadas:

 

De los que habían salido de Colonia, menos de la tercera parte llegó a la ciudad portuaria de Génova a finales de agosto. El hambre, la sed y las penalidades del paso por los Alpes habían causado un auténtico desastre, cientos de cadáveres de niños quedaron desperdigados entre las montañas. También la expedición francesa padeció hambre y sed. Muchos murieron de inanición a los bordes del camino; otros volvieron como pudieron y regresaron famélicos a sus casas. Los pocos que lograron alcanzar Marsella o Génova corrieron enseguida a las playas para vivir el gran milagro de que el mar se abriera delante de ellos. Grande fue la decepción al comprobar que no sucedía tal cosa. Muchos pensaron que habían sido engañados por Esteban y emprendieron el regreso como pudieron, pero otros salían todos los días a la orilla del mar en espera de que se cumpliera el prodigio.

 

Algo parecido ocurrió a la cruzada alemana encabezada por Nicolás; tampoco en esta ocasión quiso hacer milagros el Señor. No se sabe con certeza, pero muchos murieron por el camino al igual que las otras expediciones. Algunos consiguieron llegar hasta Brindisi, otros, en especial las niñas, se quedaron en Italia por temor a las penalidades del regreso. Muy pocos fueron los que consiguieron volver a las regiones del Rin antes de la primavera siguiente. Los padres de los niños que habían perecido por el camino, después de haber creído en las promesas celestiales, clamaron venganza terrenal; el padre de Nicolás fue preso y ahorcado.

 

Aparentemente los niños franceses tuvieron más suerte en Marsella. Al cabo de varios días y como el mar insistía en no querer abrirse, dos mercaderes marselleses se declararon dispuestos a transportarlos sin cobrar, para mayor gloria de Dios. Esteban aceptó la oferta, y los dos mercaderes, Hugo el Hierro y Guillermo el Cerdo, fletaron siete barcos y zarparon.

 

Pasaron dieciocho años antes de que se volviese a tener noticia de lo que había sucedido a la cruzada infantil. En 1230, un sacerdote que regresaba a Francia procedente de oriente contó, cómo, cuando era un cura recién ordenado, acompañó a la expedición de Esteban; dos de los siete barcos se habían estrellado contra las rocas durante una tormenta, en la isla de San Pietro, al sudeste de Cerdeña, no hubo supervivientes, todos se ahogaron. En cuanto a los ocupantes de los otros cinco barcos, fueron llevados a Argel por los dos mercaderes y vendidos como esclavos. Los que no encontraron comprador en Argel fueron conducidos a Alejandría, donde se cotizaban mejor los esclavos francos. La mayoría fueron comprados por el gobernador egipcio para que trabajasen en sus fincas, y un pequeño grupo fue ofrecido en el mercado de esclavos de Bagdad. En total, según el sacerdote, debían sobrevivir unos 700; algunos de ellos quedaron libres en el año 1229, cuando el emperador Federico II firmó un tratado con el sultán Malik al-Kamil, pero muchos continuaron en la esclavitud hasta su muerte

 

Investigaciones recientes sugieren que, de ser cierta la Cruzada de los niños, los participantes no serían niños, o al menos no tan jóvenes. A principios del siglo XIII, grupos de vagabundos empezaron a vagar por Europa. Eran gente desplazada por los cambios económicos, que forzaron a muchos campesinos pobres del norte de Francia y Alemania a vender sus tierras. Estos grupos eran denominados pueri (del latín “chicos, niños”) de forma condescendiente, y de ahí la confusión transmitida de que se trataba realmente de niños.

 

Referencia: La cruzada de los niños-Marcel Schwob- Editora del Gobierno del Estado de Veracruz / Las cruzadas:Los aventureros de Dios- Jhannes Lehmann - Editorial Martínez Roca.

 

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